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Foto del escritorThe Corporate Reviews

Hernán Hochschild

Executive Director, Kyklos

 


Describa a Kyklos

Una empresa con 11 años de experiencia ayudando a poner en acciones la sostenibilidad, la cultura ambiental y la economía circular. Con un equipo de más de 100 personas que, desde la multidisciplina, ayudan a pensar y ejecutar soluciones que ayuden a vivir mejor con el planeta y las personas.



Llevan años promoviendo la cultura ambiental y la economía circular, incluso desde tiempos en que estos temas no tenían la relevancia que tienen hoy ¿qué fue lo que cambió en la sociedad, que llevó a que estos temas fueran tenidos en cuenta?

Cuando partimos muchas personas nos decían que nos estábamos lanzando a una piscina sin agua. Por lo que tuvimos que aprender a nadar en el barro los primeros años. Hoy efectivamente la conciencia sobre el cambio climático está expandida en el país, y la disposición a tomar compromisos de mejora, está instalada en la mayoría de las empresas.

Creo que este cambio se ha dado tanto porque las personas en el país le demandan un cambio a las empresas y mayor compromiso con los desafíos que tenemos como sociedad, como la constatación que además es un buen negocio. Y es un buen negocio no solamente por un tema de preferencias de los clientes, o de reputación frente a inversionistas, si no que efectivamente la economía circular es un modelo operativo que busca reducir costos y producir mejores resultados. La economía circular tiene que ver con no mandar tus productos o parte de ellos a la basura. Y cuando lo haces, mandas dinero a la basura.


Ahora bien, el cambio más profundo, lamentablemente se da porque estamos viviendo las consecuencias de tratar el planeta como un vertedero infinito. Las personas viven la falta de lluvia o la intensidad de estas. La sequía nos está marcando y nos recuerda cada día, que no podemos seguir igual. Esa vivencia ha acelerado todo.


Hay quienes afirman que el cuidado del medio ambiente es un “lujo” y que sólo debe perseguirse en la medida de lo posible ¿crees que con la situación económica que atraviesan Chile y el mundo, el cuidado del medio ambiente dejará de ser una prioridad para los Estados y las empresas?

Esa afirmación es falsa, por error, mentira o por ignorancia. Los más ricos son los que más contaminan. Los países ricos se dieron el lujo de contaminar por demasiado tiempo. Por ejemplo, los Estados de bienestar europeos han girado contra el planeta. Y la cuenta la pagan los más pobres. Para Chile, dejar de comprar gas, petróleo o carbón, que no tenemos y cambiarlo por energía solar, no es un lujo, es una decisión económica. En las cadenas ecosistémicas nada se pierda, todo se aprovecha. Los humanos nos hemos dado el lujo de hacer lo contrario. Enviar toneladas de comida a vertedero, metales, plásticos, vidrios, cartones, etc. que tienen mucho valor, a la basura.


La economía circular es racionalidad económica. Fue un lujo de ricos no considerarla. El que no tiene recursos, usa todo lo que puede. Lo que pasa que efectivamente algunas medidas de países ricos en favor del medio ambiente pueden quedar fuera de la capacidad financiera en Chile y verse como un lujo. En Copenhagen la planta de incineración tiene sistemas para no producir contaminación y una cancha de esquí en su techo. Eso es un lujo que no nos podemos dar. Pero justamente la economía circular no se trata de eso. Si no de no necesitar esa planta.


Cambiando de tema. En el proceso constitucional pasado (2022) estuviste muy involucrado a través de “Tenemos que hablar de Chile”. Visto en retrospectiva y considerando el fracaso del primer proyecto ¿consideras relevante la tarea realizada?


A veces los aprendizajes más profundos son los que nacen de un fracaso. Y creo que en el caso de Chile llevábamos mucho tiempo con la idea de que en la mesa no se habla ni de política, ni de religión ni de fútbol y en un año llevamos todos los temas a la mesa. Lo positivo es que esto ha resultado en una ciudadanía mucho más clara respecto a cuál es el norte que debe seguir el país, y un mundo político mucho más claro de cuáles son las preocupaciones más relevantes de las personas.


En ese sentido hoy el futuro de la institucionalidad descansa tanto o más en las creencias de la ciudadanía, que solo en lo que diga la ley. Y esa ciudadanía quiere un país que funcione bien, seguro, ordenado, con oportunidades, con un Estado que apoye a los proyectos de vida, pero que no los defina.


En ese sentido creo que esta década tiene muchas más oportunidades para Chile, después de haber vivido este proceso, que si no lo hubiésemos vivido. El futuro se ve incierto para todo el mundo, pero en el caso de Chile se ve una fortaleza social, que creo que nos va a llevar por buen camino.


¿Cómo están enfrentando el proceso constituyente actual?

Dado los aprendizajes que tuvimos en el Tenemos que Hablar de Chile, el Senado nos pidió, que junto a otros equipos de la UC y la UChile, desarrolláramos formalmente la participación ciudadana en el proceso Constituyente. Por lo que fuimos parte de la Secretaría de Participación.


Hay dos mecanismos en los que estuvimos más involucrados, los diálogos y las consultas. Entre los dos tuvimos cerca de 40 mil personas participando. En total, entre todos los mecanismos fueron más de 280 mil personas. Lo que hacemos en el Tenemos que Hablar es promover que participen personas que no saben participar, que no quieren participar o que no pueden participar. Esas voces también votan, y son la mayoría que marca el rumbo del país, sin tener una bandera diaria en la opinión pública. Lo que encontramos fue una buena aceptación del anteproyecto. Diría que los expertos han leído bien el sentir popular. Obviamente hay temas que generan posiciones difíciles de llegar a acuerdos, pero vimos una ciudadanía con buen capacidad de resolver miradas comunes en varios temas, incluso partiendo desde el disenso.


Si estuviera en tus manos cambiar una sola cosa de Chile y/o de su gente ¿qué elegirías y por qué?


La calidad de la enseñanza. Creo que no hay nada más importante que eso, para Chile y el mundo. Vivir en una sociedad como la actual, sin las condiciones mínimas para operar en ella, hacen de este mundo de oportunidades un mundo de frustraciones. Por lo que en concreto, reformaría lo que significa ser profesor. Aumentando exigencias, y aumentando muchísimo las condiciones laborales. Los docentes en Chile están muy mal pagados.

Es una locura que estemos pensando en una reforma de pensiones que suma 4 mil millones de dólares a políticas de pensiones, cuando la mayor seguridad social es tener una buena educación. No gastaría un peso más, en nada, sin pasar primero por el aula de los más pequeños. No hacerlos es hipotecar el futuro de Chile. Más cuando la ciudadanía valora tanto la educación. En los diálogos del proceso constitucional, siempre fue número uno en nivel de importancia. Hoy le hemos quitado urgencia. Pero sigue siendo lo más importante.

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